El norirlandés Rory Macllroy, con 25 años de edad, tuvo en
el 2014 su mejor temporada como golfista y recibió el galardón de ser el tercer
mejor deportista de Europa. Para muchos, Rory debió estar en la parte alta del
podio y en verdad, lo merecía.
El jugador de Irlanda del Norte, quien llegó al
profesionalismo en septiembre del 2007 con solo 18 años, generaba todas las
expectativas y anhelos para llenar el vacío que había quedado en el golf
europeo desde las épocas fabulosas de Severiano Ballesteros y Nick Faldo. Sus
éxitos como aficionado y el maravilloso talento que mostraba eran más que
suficientes para abrigar esa esperanza.
Ganar en cualquier disciplina deportiva en la rama
profesional es bien difícil y cualquier victoria es un suceso, pero cuando
existen ayudas como tener el mejor carro o un brillante equipo que te arrope,
las cosas son más asequibles. En el golf no sucede eso: estás en la soledad con
el más angustioso de los juegos, en el que se siente la agonía y el éxtasis y
no puedes fallar durante cuatro días seguidos, en los que compites con 150
pares de inmenso nivel.
Lo de McIlroy en el 2014 es de ensueño: ganó el WGC
Bridgestone y luego dos Majors, el Abierto Británico y el PGA Championship. No
contento con ello, fue el líder del equipo europeo en la paliza que le dieron a
los estadounidenses en la Copa Ryder, y además le agrego el triunfo en la
Carrera a Dubái, el título más importante del golf europeo. Fue primero en la
lista de ganancias del PGA Tour y también en Europa. Vaya año fenomenal. Él
mismo lo describió así: “Obviamente esta ha sido la mejor temporada de mi
carrera por mucho, y ganar la Carrera a Dubái, por segunda vez, en realidad es
algo muy especial”.
Al igual que Tiger Woods, Rory también ha pasado por severos
cambios, tanto en su juego como en su vida personal. Cambió de palos, de
Titleist a Nike, y eso le costó casi un año de adaptación. Cosa igual
paso con la bola. Hubo cambios en sus patrocinadores y ahora maneja una batalla
legal con Horizon Sports Managment, compañía que manejaba su carrera. McIlroy dijo
en noviembre: “No jugaré los dos torneos del WGC en China. Me
prepararé para mi problema legal con Horizon”. Sentimentalmente también
tuvo un fuerte bache, en diciembre del 2013 le propuso matrimonia a su novia,
la tenista Caroline Wozniacki, y en mayo de este año, deshizo lo acordado y dio
por terminada su relación.
A diferencia de Tiger, el norirlandés en vez de tener un
bajonazo en su juego, creció y mucho. Terminó el año con el bastón de mando del
golf, a la espera de convertirse en el sexto jugador en la historia en obtener
los cuatro títulos de Grand Slam, solo le falta el Masters, que, a propósito,
le jugó una mala pasada en el 2011: con vueltas de 65, 69 y 70, era líder por
cuatro golpes para la última ronda, pero un desastroso cierre de 80 impactos lo
mandó al puesto 15 de la clasificación final.
Los golfistas nos sentimos cómodos con este nuevo
comandante, con el que disfrutamos sus triunfos y aún más su espectacular
‘swing’.