Valderrama en Sotogrande, Cadiz. |
También, como le ocurre al cazador, a quien le falta envergadura en sus brazos
para tasar el tamaño de la pieza y le faltan dedos para contar las puntas del
animal abatido, así, al golfista aficionado le falta sistema métrico para
referirse a la distancia alcanzada por su bola con el driver o no encuentra
metáfora para dibujar lo bien que jugó el Hoyo 16.
Esta fiebre adictiva no alcanza, por supuesto, a los miembros de estirpes en
las que jugar al golf es algo que se aprende simultáneamente a la hábito de
succionar la tetina de un biberón, tratar con respeto a Ms. Whiterspoon que le atiende en su niñez, cepillarse el pelo, robar tabaco de la
biblioteca de papá, hacerse en un instante un nudo de corbata (four in hand,
por ejemplo) o combinar sin estridencias blazer, pantalones y camisa.
Sin embargo, después del desarrollismo y cosas parecidas, los hijos de los que
han hecho fortuna en la City o en las granjas han empezado a llenar, junto con
funcionarios y otros dignos representantes de las clases medias, los campos de
golf y se vuelcan en esa afición con el fervor de un misionero jesuita del
Cinquecento en las Indias Occidentales.
Al ser el golf una actividad que requiere un cierto dominio armónico de varias
docenas de músculos, tendones y huesos, al principio no se le ve la gracia: es
como el primer pitillo. Pero a poco que uno le de bien un par de veces la
sensación placentera es tan intensa que uno se cree que sabe y repite. Y vuelve
a repetir dejando atrás la partida de mus de los sábados y otras igualmente
sanas costumbres.
El adicto al golf se distingue del simple mortal por las siguientes
especificaciones técnicas.
1.- Siempre, mientras luce el sol, o está reunido o tiene una reunión
inaplazable.
2.- Si es ordinariamente diestro, tendrá mas morena la mano de derecha que la
izquierda, ya que ésta, que es la que sujeta el palo, suele ir protegida con el
guante.
3.- Su propio rostro, incluso en invierno, tiene el tono de saludable bronceado
de un surfista de Hawai. Yo mismo, en otra vida en una multinacional encontraba
dificultades para explicar mi buen color a compañeros directivos franceses de
lánguido rostro pálido.
4.- Puede ser sorprendido frente al espejo de un ascensor de unos Grandes
Almacenes cuando se abre la puerta ante la atónita mirada de un grupo de
señoras en la planta de Boutique, justo en el momento de ensayar sin palo ni
bola un swing ante el espejo. También puede ser el espejo de cuerpo entero de
un portal.
5.- Si ha sido parado a charlar por un amigo en plena calle, puede engañar a su
interlocutor, pues mientras éste piensa que esa mirada que se pierde en el
cielo infinito es signo de que se ha quedado reflexionando sobre el último
argumento, lo cierto es que lo que su cabeza maneja son yardas y opciones de
palo para encajar una bola, salvando el álamo de la esquina, en la terraza de
la mansión de enfrente.
6.- Si es sábado y es requerido por la secretaria del presidente de la empresa
en la que trabaja para que se persone en Presidencia “as soon as possible” le
dirá que en un par de horas estará allí, omitiendo decir que ese es el tiempo
en el que completará los hoyos restantes.
7.- Habrá tapizado el suelo de su despacho de moqueta verde (color opcional).
8.- Tiene polos de todos los tamaños (principalmente XXL), viseras y gorras de
coloridos dudosos ganados en sorteos de torneos.
9.- No elije el automóvil por el diseño y su motorización, sino por el tamaño
del portaequipajes. Al empezar el week end y antes que nada acomodará en él la
bolsa de palos: luego todo lo demás, como maletas, sombrereros y otras
trivialidades.
10.- En un radio de 15 km. desde la recepción del Hotel elegido como destino de
vacaciones es seguro que hay media docenas de campos de golf.
En fin, les dejo que tengo una reunión inaplazable….
Fuente: José Ángel Dominguez - Hechos de hoy