lunes, 19 de diciembre de 2011

Cómo conseguir una concentración máxima en un campo de golf

Recientemente, The Economist publicaba un artículo en el que se decía que los jefes que juegan al golf ganan un 17% más que los que no. Una justificación a esta diferencia de sueldo podría ser que hacen más negocios en los campos de golf, pero también que, durante el juego de 18 hoyos, afloran cualidades como la capacidad de concentración, de toma de decisiones y de su ejecución, de desarrollo de la autoestima y de confianza o de superación, cualidades que bien podrían motivar un mejor salario.

Partiendo de la base de que el golf es un deporte en el que se juega contra uno mismo; mantenerse en el presente, potenciar la capacidad de concentración y controlar los nervios son los principales puntos de trabajo de Óscar del Río, psicólogo de la Real Federación Española de Golf.

Existen ejercicios que ayudan a desarrollar la mente para lograr conseguir lo que denominan "estar en zona: ese estado mental en el que todo fluye y, sin mayor esfuerzo, estas inmerso en el área, disfrutas y rindes más". Por el contrario, "cuando se quiere tener todo bajo control, no se puede. Los que son así, se frustran bastante. En golf, cuanto más control se quiere tener, peor se suele hacer. El golf no es el juego de la perfección", incluso, dice que "es fácil de leer, porque el campo te marca las claves". Pero hay que saber leerlas, porque siempre varían. Lejos de los que puedan pensar que el golf es un deporte aburrido, "aquí, cada día es nuevo, cada vez caes en un sitio distinto, el campo está distinto y cada día eres diferente; hasta la mecánica del swing varía".

En primer lugar, resulta muy importante "saber mantenerse en el presente y no pensar en el anterior o futuro golpe" –aunque "un boggie cuesta mucho olvidarlo"–. En este deporte, no se puede abandonar en cuatro días y no se puede dejar de jugar hasta que se han jugado los 18 hoyos. Por eso, "hay que aprender a mantener el pensamiento en lo que se hace, centrar la atención y sentir cómo se hace". En la empresa, resulta más sencillo, porque aunque el directivo se enfrenta a situaciones de elevada tensión, "tiene un tiempo determinado para desarrollar una tarea, mientras que, en golf, no hay una segunda oportunidad". Además, el directivo tiene "y debe" delegar parte del trabajo y la toma de decisiones, mientras que "a la hora de dar el golpe, estás solo". Según Del Río, el golfista profesional trabaja bajo situaciones de máxima presión, sólo comparables con los agentes de bolsa intradía. "Pero el amateur también siente esa presión, porque para él es importante hacerlo bien".

Camino de la mejora Dentro del plan de trabajo de Del Río, la concentración y la confianza son esenciales. "La concentración es más fácil de recuperar que la confianza. Me puedo despistar en un golpe, pero en el siguiente puedo estar otra vez al 100%, mediante la técnica del reenfoque. Por el contrario, si lo que se ha perdido es la confianza, se requiere más tiempo de trabajo. Ser consciente de que a uno le falta confianza no significa necesariamente ser humilde, aunque en el golf no te queda más remedio que serlo, porque si no lo eres, el golf te acabará poniendo en tu sitio".

A nivel de concentración, se trata de uno de los deportes más exigentes, sólo comparable con la Fórmula 1. Los torneos duran cuatro días y, entre golpe y golpe, durante 18 hoyos, hay que recorrer largas distancias que pueden hacer que se desconecte del juego, aunque desconectar está bien. De hecho, "hay que hacerlo", asegura Del Río.

"El tiempo efectivo de juego en el golf es de 25 minutos en las cuatro horas que se puede tarda en jugar un partido. El resto, se pasa caminado. Hay que ocupar la cabeza con lo que toca en cada momento. Si bien, depende de cada caso, Del Río recomienda mantener un nivel medio de atención mientras se camina y, 30 metros antes de la bola, empezar a meterse en un estado mental de concentración para llegar a la bola al 100%. Hay jugadores que son capaces de mantener una línea base de concentración del 50% ó 60%, pero algunos no son capaces de bajar al 50% de concentración y volver a estar al máximo. Estos son los que no hablan con sus caddies y no les gusta que otros se metan en su rutina".

Los grandes golfistas se mueven por rutinas y hay rutinas para todo: pregolpe, postgolpe y postpartido. Del Río trabaja de forma que, "tras la competición, se realiza una pequeña evaluación de qué cosas se han hecho bien y en qué otras se puede trabajar. Una vez hecha esta evaluación, se sale del campo y se ha terminado el golf. Toca desconectar y ocupar el tiempo libre". pero desconectar también de forma planificada, "porque si no, estás las 24 horas hablando y pensando en golf".

Entre los grandes jugadores del momento, Del Río destaca como los mejor formados mentalmente a Miguel Ángel Jiménez, "porque en el campo se concentra al 100%, pero cuando sale es capaz de desconectar y relativizar. También Rory McIlroy Luke Donald. Y Sergio García, que vuelve a disfrutar del golf». Y es que, como en casi todo, cuando se pierde la capacidad de disfrutar o cuando se deja de ser creativo, «se empieza a fallar y cometer errores, lo que puede llevar a sufrir el síndrome de estar quemado".

En definitiva, el desarrollo mental de un golfista,pasa por conseguir que "la parte consciente del cerebro funcione por imágenes y sensaciones en vez de por pensamientos. Se trata de mecanizar el proceso de pensamiento y conseguir el mismo estado mental cuando estás encima de la bola".


Fuente: Expasión