Una lesión a finales de 2005, en un hueso de su pie izquierdo, el escafoides del tarso, estuvo cerca de acabar con la carrera tenística de Rafael Nadal. Sebastián, su padre, le planteó la posibilidad de dedicarse profesionalmente al golf, según revela el libro 'Rafa', una autobiografía del español.
Es sabido por todos que Rafa Nadal ha tenido muchas dificultades, sobre todo en forma de lesiones, para llegar hasta donde ha llegado hoy en día. A sus 25 años, el palmarés del español es laureado: diez Grand Slam, un oro olímpico, tres Copa Davis, 19 Masters 1000 (más que nadie) y el número uno del ranking ATP, ostentado durante meses.
Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas para el manacorense. 'Rafa', una autobiografía sobre el jugador español, ya a la venta en Estados Unidos, y que tendrá versión en español en octubre, revela que existió la posibilidad de que Nadal abandonara el mundo del tenis y se dedicara al golf de manera profesional. ¿El motivo? El periodista inglés John Carlin, autor de la obra junto al español, relata cómo éste se derrumbó al diagnosticársele a finales de 2005 una lesión congénita en un hueso de su pie izquierdo.
Era la época en que Nadal había explotado como jugador. Después de vencer en Roland Garros y en el Masters de Madrid, se vio obligado a parar. Tras consultar a varios especialistas, un médico en Madrid que había escrito una tesis sobre el diminuto hueso en cuestión, le dio su diagnóstico: existía la posibilidad de que debiera dejar para siempre el tenis y retirarse a los 19 años. Nadal se vino abajo. Todo por lo que había luchado podía irse al traste. La situación le sobrepasaba.
Sebastián y Toni, al rescate
Con su hijo desolado, Sebastián Nadal, padre del jugador, tuvo una idea para levantar la moral de su hijo. "Con todo ese talento y esas pelotas que tienes", comenzó a argumentar, "no veo ninguna razón para que no puedas convertirte en un golfista profesional". Mientras su marca de indumentaria deportiva creaba una zapatilla especial para ese pie izquierdo, Nadal pasaba sus días en Manacor enfadado por no poder entrenar y con la incertidumbre sobre su futuro como deportista.
Entonces hizo aparición su tío-entrenador y gran confidente, Toni Nadal, al que se le ocurrió una solución: Rafa entrenaría 45 minutos diarios sentado sobre una silla. Así, al menos, movería los brazos y liberaría energía y frustraciones, aunque no pudiera apoyar el pie. Según Nadal, ese pie izquierdo es una de las zonas que más masajes y cuidados recibe, pero el español logró que la lesión congénita no afectara su carrera, a pesar de sufrir otras dificultades físicas.
Fuente: Eurosport